Un 17 de febrero de 1528, las tropas del emperador Carlos V abandonaron Roma tras una ocupación que duró 8 meses; ocupación que comenzó por no recibir su paga los mercenarios alemanes tras vencer a las tropas francesas -apoyadas por el Papa Clemente VII-. Aquellos mercenarios se dirigieron a Roma después de amotinarse y de asolar la ciudad durante tres días tras asaltarla. Incluso el Papa, que se había refugiado en Sant’Angelo, tuvo que pagar un rescate a cambio de su vida.
